Los Cinco de Enid Blyton

Si os digo “Los Cinco” muchos no sabréis de lo que hablo, si os nombro a Julian, Dick, Anne, Georgina y Tim, pensaréis qué quiénes son esos, incluso si apunto el nombre de Enid Blyton tampoco le ubicaréis muy bien.

Pese a esto, espero que alguno que otro penséis “¡Dios mio, cuantas horas pasé cuando era pequeño leyendo las aventuras de Los Cinco!”. Y de esto trata mi primer post para “El Rincón de Tata”.

En mi rincón hay un hueco muy importante que será amueblado con una librería repleta de libros que marcaron y aún marcan un antes y un después en nuestras vidas. La saga de “Los Cinco” ocupa una parte muy especial en esta librería, y es que me podía pasar horas leyendo las aventuras detectivescas de los tres hermanos, su prima y, por supuesto, de su perro Tim.

El placer de la lectura es algo que no todos alcanzamos a saborear, unos empiezan a leer en el cole, otros descubren los libros por una dulce coincidencia y, otros, como es mi caso, el hábito de leer lo “heredé” de mi madre, y es que aquí se hizo cierto el dicho “de padre lector, hijo lector”.

Desde pequeña he devorado todos los libros que han pasado por mis manos. Y aún miro con nostalgia mi colección, algunos heredados de mi hermana, otros comprados o regalados, porque sabían que con un libro siempre acertaban, entre todos ellos tienen un hueco especial la serie de “Los Cinco”. Aquellos cuatro chicos con su perro descubriendo misterios en cada una de sus aventuras, cada uno tendrá su personaje preferido el líder Julian, el simpático Dick, la dulce Anne o, en mi caso, la valiente Georgina. “Los Cinco en el Páramo Misterioso”, “Los Cinco en el Cerro del Contrabandista”, “Otra aventura de los Cinco”, “Los Cinco frente a la Aventura”… y así un sinfín de títulos inolvidables.

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Con ellos las horas se me pasaban volando, me hacían convertirme en el sexto del grupo y conseguían que las horas se me pasaran volando. Si los que me leéis estáis más cerca de los 30 que de los 20 o ya pasasteis la treintena hace tiempo sabréis de lo que os hablo y que a veces un libro sí que se convierte en un gran amigo.

Así que a los que seáis papás, abrid a vuestros hijos el mundo de la lectura porque así nunca estarán solos y su imaginación volará de una forma especial y, a los que aún no lo sois, como es mi caso, leed vosotros mismos, os enriquecerá, aprenderéis e incluso, con algunos libros, descubriréis en vosotros la ilusión y la emoción propias de un niño.