Hay una cosa
que todo niño quiere cuando es pequeño, una mascota. Por suerte yo he tenido la
oportunidad de tener periquitos, canarios, peces… pero, además, gracias a mi
padre y a tener una casa en uno de los mejores pueblos de España, tuve a mi
perro Sam y a mi yegua Cuca.
Digo por
suerte porque no todo el mundo tiene al alcance de la mano tener un caballo
como mascota. No era una mascota en sí, pero iba a verla al monte, cuando
estaba en la cuadra… daba igual que hubiese medio metro de nieve, que hiciese
un sol de esos insoportables, era mi Cuca y yo disfrutaba de cada minuto con
ella.
Y, luego
estaba mi perro, Sam, un bassel hound, o como le conoceréis todos ‘Rastreator’.
Aún recuerdo la primera vez que le vi, una pequeña coseta con los ojos tristes
y unas orejotas enormes. Cuando era pequeño y le paseaba se pisaba las orejas
de lo largas que las tenía. Fue el mejor perro del mundo, mi Sam.
Las mascotas
hacen que los niños se responsabilicen, si bien es verdad que los padres
tendréis que cuidarlos, los peques de la casa aprenderán que tienen que darles
de comer, aunque os toque limpiar lo que ensucien a vosotros la mayoría de las
veces, a sacarles a pasear si se trata de un perro… Pero también será un gran
amigo, un compañero de juego, un aliado fiel.
Están los perros,
que es la mascota por antonomasia, pero también, como es el caso de una de mis
amigas, su animal preferido y su mascota predilecta fue su tortuga Tasti. Así
que, que elijan a su ‘happy puppy’ y que disfruten de ella en su feliz
infancia.
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